Creo que es martes. Cierto, es martes. Siete de noviembre. Lo demás es Madrid. Salgo de trabajar a las 11. A veces más tarde. A veces no salgo. Siempre no salgo. Mi trabajo no tiene tiempo (el horario es toda la vida). No tiene puertas ni ventanas. Mi trabajo no es un trabajo. Es llorar por dentro. Es luchar por fuera. Es merendar utopías y escupir la rabia. Decía que son las 11. Hace media hora hablaba con Said. Said significa feliz en árabe. Pero Said no es feliz. Tiene 17 años y un hermano menos. Acaba de morir. Estaba enfermo. No tenía dinero para medicinas. A él, a Said, le dio vergüenza pedir dinero para su hermano. ¿Vergüenza? La vergüenza es solo para nosotros, le digo. Said llora como el niño que quiere ser. Como el niño que no le dejan ser. Yo solo he podido llorar con él. Y el cielo también llora. Son las 11 y llueve. Necesito lluvia. Algo que me limpie. En la calle me comería la noche a mordiscos. Me duelen las uñas de rabia. Camino solo. Voy hacia el templo de Debod. Busco un gran pedazo de cielo. Un lugar donde quepan mi dolor y mi grito. La lluvia arriba. Yo en el medio. La calle (Bailén, creo) debajo. Tengo frío por fuera y un incendio en el pecho. Dos grandes ventanas vomitan luz roja. Luz de cuento navideño. De vientre materno. Me asomo. Es un bar. Demasiada gente mirando a un punto. Sigo el camino de su mirada única. Y tú estás al final. Tú eres espiral. Desde la calle no oigo. Pero siento. Película muda. Siento que la gente no puede sujetar las manos, ni los ojos, ni la voz, ni los pies. Que tu se los arrancas, pero no para quedártelos, sino para devolver algo mucho más bello. Me cuelo por la espiral como por un desagüe. Tengo que entrar. Dentro encuentro a un amigo. Su abrazo y tu voz son una misma cosa. Construyen mi casa. Me limpiáis por dentro. Gracias. Ahora sí puedo recibir el regalo de tu voz, de tu cuerpo, de vuestra música. Ahora veo que detrás de ti hay más gente, que entre todos tejéis un sueño. A ratos emocionante, a ratos divertido. Me miras una sola vez con unos ojos que derraman venenos de almendra, que remojan de jaleo cada rasgo, cada ocurrencia. Me basta para conocerte. Para saber que iré adonde tú vayas, adonde llevéis vuestra música.
niña,q se ma borrao el comentario!,es q era mu largo,claro.cosas preciosas q te decía mi niña,soy belén.belén maya.pues ná,en persona.llego el 13 de diciembre,en cuanto sepa donde cantas voy.hada no,tu eres una bruja,pero de las buenas.oye,y si me lee nadie,q me diga quién es,q es un regalo leerle.
Tu si que eres una brujita guapa...me muero por verte bailar Marota mia :) Porfi vamos a quedar esta vez, aunque seguro me veras en la nave el dia que actue tu mario.
5 comentarios:
Yo lo puse tambien!!!
Creo que es martes. Cierto, es martes. Siete de noviembre. Lo demás es Madrid. Salgo de trabajar a las 11. A veces más tarde. A veces no salgo. Siempre no salgo. Mi trabajo no tiene tiempo (el horario es toda la vida). No tiene puertas ni ventanas. Mi trabajo no es un trabajo. Es llorar por dentro. Es luchar por fuera. Es merendar utopías y escupir la rabia. Decía que son las 11. Hace media hora hablaba con Said. Said significa feliz en árabe. Pero Said no es feliz. Tiene 17 años y un hermano menos. Acaba de morir. Estaba enfermo. No tenía dinero para medicinas. A él, a Said, le dio vergüenza pedir dinero para su hermano. ¿Vergüenza? La vergüenza es solo para nosotros, le digo. Said llora como el niño que quiere ser. Como el niño que no le dejan ser. Yo solo he podido llorar con él. Y el cielo también llora. Son las 11 y llueve. Necesito lluvia. Algo que me limpie. En la calle me comería la noche a mordiscos. Me duelen las uñas de rabia. Camino solo. Voy hacia el templo de Debod. Busco un gran pedazo de cielo. Un lugar donde quepan mi dolor y mi grito. La lluvia arriba. Yo en el medio. La calle (Bailén, creo) debajo. Tengo frío por fuera y un incendio en el pecho. Dos grandes ventanas vomitan luz roja. Luz de cuento navideño. De vientre materno. Me asomo. Es un bar. Demasiada gente mirando a un punto. Sigo el camino de su mirada única. Y tú estás al final. Tú eres espiral. Desde la calle no oigo. Pero siento. Película muda. Siento que la gente no puede sujetar las manos, ni los ojos, ni la voz, ni los pies. Que tu se los arrancas, pero no para quedártelos, sino para devolver algo mucho más bello. Me cuelo por la espiral como por un desagüe. Tengo que entrar. Dentro encuentro a un amigo. Su abrazo y tu voz son una misma cosa. Construyen mi casa. Me limpiáis por dentro. Gracias. Ahora sí puedo recibir el regalo de tu voz, de tu cuerpo, de vuestra música. Ahora veo que detrás de ti hay más gente, que entre todos tejéis un sueño. A ratos emocionante, a ratos divertido. Me miras una sola vez con unos ojos que derraman venenos de almendra, que remojan de jaleo cada rasgo, cada ocurrencia. Me basta para conocerte. Para saber que iré adonde tú vayas, adonde llevéis vuestra música.
Que bonito... Despues de leer esto, me siento como imagino que deben sentirse las hadas madrinas.
No se que decir... supongo que gracias, muchas gracias por animarme a seguir pa'lante :)
Un beso grande
niña,q se ma borrao el comentario!,es q era mu largo,claro.cosas preciosas q te decía mi niña,soy belén.belén maya.pues ná,en persona.llego el 13 de diciembre,en cuanto sepa donde cantas voy.hada no,tu eres una bruja,pero de las buenas.oye,y si me lee nadie,q me diga quién es,q es un regalo leerle.
Tu si que eres una brujita guapa...me muero por verte bailar Marota mia :)
Porfi vamos a quedar esta vez, aunque seguro me veras en la nave el dia que actue tu mario.
Te mando millones de besos
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